#Esmeritodetodos y Aporofobia

Me gustaría comenzar esta primera entrada, con algo positivo, la campaña que puso en marcha a mediados de 2021 el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.




Con el slogan  #EsMéritoDeTodos esta campaña combate la idea de que la promoción social depende solo del mérito personal. El spot concluye con una reflexión: “La mayoría de niños que nacen en familias pobres, serán pobres de adultos por mucho que se esfuercen. Que su origen no determine su futuro. Construyamos igualdad, es mérito de todos".

Me impactó mucho la primera vez que vi el anuncio en Televisión. La primera idea que se me vino a la mente, fue Aporofobia.

Un concepto planteado en 1995 por la filósofa Adela Cortina  y que procede de dos vocablos griegos: "áporos", el pobre, el desvalido, y "fobéo", temer, prevenirse, odiar, rechazar. Partiendo del axioma de lo que no tiene nombre no existe, y lo que no existe no se puede medir, esta palabra nos ayuda a definir realidades sociales innegables y cotidianas.

Tenemos miedo a la pobreza. Nuestra sociedad mantiene como valores supremos el dinero, la fama, la popularidad. Hemos estandarizado lo que significa “tener éxito”, en una construcción social única. Lo vemos reflejado constantemente en las redes sociales. 
 
La crisis económica provocada por el COVID-19, ha exacerbado aún más ese miedo a la pobreza en nuestro país. El desempleo en España es un problema de bases que se agrava de forma alarmante en épocas de crisis. El incremento de la tasa de desempleo (16,2% en 2020), las imágenes de las llamadas “colas del hambre”, la subida de los precios de la energía, y un largo etc. nos ha hecho ver que todos somos vulnerables. 

Pasar de este miedo al odio, al rechazo del insolvente, es fruto de un proceso mental, donde anulando  la compresión, se señala al pobre como culpable de su pobreza. No se reconoce al pobre como un igual, porque partimos, muchas veces de forma inconsciente, de un sesgo fuertemente arraigado en nuestra sociedad: la pobreza es resultado de errores que ha cometido la persona.

Culpabilizar al que no tiene recursos  permite que se  le “invisibilice”  y hasta que se le persiga por percibirlo como una amenaza.

Si alguna lección positiva podemos extraer de esta pandemia, es que nos ha hecho ver que la pobreza puede ser fruto de unas condiciones estructurales, potenciado la empatía y solidaridad de la sociedad en su conjunto.

Pero no es suficiente. Es por ello que querido dedicar este primer reto a esta campaña institucional, que no deja indiferente por ilustrar de forma contundente que existen determinantes sociales que condicionan enormemente el futuro de niños y niñas ya desde el momento de nacer.

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